Yalitza Aparicio habla sin miedo a los 31 años y confiesa lo que sufrió en silencio: el mensaje más valiente de la actriz que transformó el dolor en inspiración para millones de personas
Han pasado varios años desde que Yalitza Aparicio se convirtió en un fenómeno mundial gracias a su participación en Roma, la aclamada película de Alfonso Cuarón que la llevó de Oaxaca a los premios Óscar. Desde entonces, su nombre ha estado asociado con el talento, la dignidad y la representación.
Sin embargo, detrás del brillo de los reflectores, la actriz mexicana vivió momentos difíciles que decidió callar… hasta ahora. A sus 31 años, Yalitza ha decidido romper el silencio y hablar con valentía sobre los años de discriminación, prejuicios y críticas que enfrentó, tanto en su país como fuera de él.
Su testimonio, lejos de buscar polémica, se ha convertido en una lección de vida, resiliencia y orgullo.

El precio del éxito
Cuando Roma se estrenó, Yalitza pasó de ser maestra rural a una de las figuras más reconocidas del cine internacional. Su rostro apareció en portadas de revistas y su nombre en las nominaciones más prestigiosas del mundo. Pero ese ascenso meteórico también trajo consigo una realidad inesperada.
“La gente cree que todo fue felicidad, pero hubo días muy duros. No estaba preparada para recibir tanta atención, y menos para los comentarios crueles que llegaron con ella”, confesó la actriz en una reciente entrevista.
En lugar de recibir únicamente aplausos, Yalitza enfrentó críticas por su origen, su aspecto físico y su acento, evidenciando que el racismo y el clasismo siguen siendo heridas abiertas en la sociedad.
“Aprendí a callar, pero también a observar”
Durante los primeros meses de su fama, Yalitza optó por mantenerse en silencio ante las ofensas y los prejuicios. “No quería darles poder a esas palabras”, explicó. Pero con el paso del tiempo entendió que guardar silencio también puede ser una forma de resistencia.
“Escuché cosas terribles, pero también vi el cariño de gente que me decía: ‘Gracias por representar a muchas de nosotras’. Eso me hizo entender que mi voz tenía valor. Que hablar no era defenderme solo a mí, sino a miles de mujeres invisibilizadas.”
Su serenidad y madurez sorprendieron a muchos. Mientras otros habrían respondido con rabia, ella eligió la educación y la empatía como armas.
Un camino de lucha y orgullo
Yalitza reconoce que crecer en una comunidad indígena no fue fácil, pero también afirma que esa raíz es su mayor fortaleza. “Mi madre me enseñó a nunca avergonzarme de quién soy, aunque el mundo intentara hacerlo”, contó emocionada.
Con esa convicción, ha convertido cada crítica en impulso. Hoy, además de actriz, es embajadora de la UNESCO, defensora de los derechos de las mujeres y de los pueblos originarios.
“Antes de Roma, nadie me veía. Ahora que tengo una plataforma, quiero usarla para que otros sean vistos. No quiero ser la única, quiero que seamos muchas más.”
Su mensaje ha inspirado a jóvenes de todo el continente, que ven en ella un ejemplo de perseverancia y dignidad.
La fama y la soledad
Aunque su vida cambió radicalmente, Yalitza admite que la fama también la llevó a enfrentar la soledad. La distancia con su familia y la presión mediática fueron retos difíciles de sobrellevar.
“Cuando todos te miran, pero pocos te entienden, aprendes a estar contigo misma. Eso fue lo más duro: sentir que tenía que ser fuerte todo el tiempo.”
Con el paso del tiempo, aprendió a encontrar equilibrio. “Hoy sé que puedo tener éxito y seguir siendo la misma persona que caminaba por las calles de Tlaxiaco con mis amigas, riéndome sin preocuparme por las cámaras.”
La lección más importante
Entre lágrimas, Yalitza compartió que su experiencia le enseñó algo que cambió su vida: que la belleza no está en encajar, sino en aceptar lo que te hace diferente.
“Me llamaron de muchas formas, pero entendí que las palabras solo duelen cuando tú les das permiso. Mi piel, mi voz, mi historia… son mi orgullo. Ya no busco aprobación, busco respeto.”
Esa fuerza interior ha hecho que la actriz se gane el cariño del público y el respeto de colegas en todo el mundo. Hoy es invitada a conferencias internacionales, campañas sociales y producciones cinematográficas que promueven la diversidad y la igualdad.

Nuevos proyectos, la misma esencia
Lejos de los escándalos, Yalitza ha elegido los proyectos que realmente la representan. Actualmente prepara una serie documental sobre mujeres indígenas en América Latina y participa en campañas que promueven la educación para niñas en zonas rurales.
“No quiero hacer algo solo por fama. Quiero que cada paso tenga sentido. Mi carrera no se trata solo de actuar, sino de cambiar la mirada del público sobre lo que significa ser mexicana.”
Su humildad y compromiso con las causas sociales la han consolidado como una de las voces más influyentes de su generación.
La respuesta al odio: la empatía
Cuando le preguntaron qué le diría hoy a quienes la discriminaron, Yalitza respondió con calma y una sonrisa que lo dice todo:
“Les diría gracias. Porque me hicieron más fuerte, más consciente y más libre. No guardo rencor, solo espero que algún día entiendan que todos merecemos respeto, sin importar cómo hablemos o de dónde vengamos.”Esa respuesta, tan serena como poderosa, refleja la madurez de una mujer que ha aprendido a transformar el dolor en crecimiento.
Epílogo: del silencio al poder de la voz
Hoy, a sus 31 años, Yalitza Aparicio no solo es una actriz reconocida, sino un símbolo de cambio. Su historia demuestra que el talento no conoce fronteras y que la verdadera belleza radica en la autenticidad.
“Hablé cuando estaba lista, no cuando me lo exigieron. Porque el silencio no siempre es miedo; a veces es el espacio donde uno se reconstruye.”
Con esa frase, Yalitza cierra su entrevista, mirando hacia el futuro con la misma calma que la caracteriza.
Su mensaje es claro y poderoso:
no hay mayor triunfo que ser uno mismo, sin pedir permiso para existir.