El programa En Boca de Todos, con Nacho Abad, se convirtió en un escenario de críticas contra el ministerio, señalando fallos en los dispositivos de seguridad que incluso habrían favorecido a agresores.
En un episodio impactante del programa “En Boca de Todos”, presentado por Nacho Abad, la ministra de Igualdad, Ana Redondo, se vio sometida a un intenso escrutinio tras la intervención de una víctima de violencia de género.
La mujer, con una valentía admirable, expuso su experiencia en vivo, desafiando la versión oficial sobre las pulseras antimaltrato, un tema que ha generado controversia en el ámbito social y político.
“Yo quitaría el Ministerio de Igualdad porque no sirve para nada, solo gasta mucho dinero”, afirmó la víctima, visiblemente frustrada. “Los teléfonos que nos daban eran de Aliexpress, se me rompieron hasta cinco en un año.

Y ahora dicen que es un bulo”, continuó, dejando claro su descontento con los recursos que se les ofrecían para su protección.
La reacción de Nacho Abad fue inmediata y contundente. “Yo le veo la cara a Ana Redondo y te escucho a ti, y no entiendo cómo no se le cae la cara de vergüenza”, expresó el presentador, evidenciando su indignación ante la situación.
La ausencia de la ministra en el programa, a pesar de las reiteradas invitaciones, fue interpretada como un signo de cobardía, un intento de evitar confrontar las duras realidades que enfrentan las víctimas.
La tensión en el plató aumentó cuando una colaboradora, visiblemente afectada por las declaraciones de la víctima, lanzó un dardo directo a la ministra: “Aquí las únicas que han estado inseguras han sido las mujeres.
Los que han estado seguros con las pulseras han sido los maltratadores. Ana Redondo no tiene vergüenza ni corazón porque no se atreve a dar la cara y escuchar a María”.
Estas palabras resonaron en el estudio, subrayando la profunda frustración y el sentido de abandono que sienten muchas mujeres en situaciones de riesgo.
La discusión se tornó aún más intensa cuando se abordó el fallo de los dispositivos de seguridad. “El fallo de los dispositivos ha permitido incluso absoluciones de agresores”, recordó una de las panelistas, enfatizando la ineficacia del sistema actual.
La imagen del Ministerio de Igualdad fue retratada como un organismo que ha fallado en su misión, protegiendo más a los verdugos que a las víctimas. “Es un coladero”, sentenció, dejando claro que la percepción pública del ministerio estaba en un punto crítico.
![La Moncloa. Ana Redondo García [Gobierno]](https://www.lamoncloa.gob.es/gobierno/PublishingImages/xv-legislatura/biografias/ministra_ana_redondo.jpg)
La exdiputada Noelia Núñez también se unió a la crítica, afirmando que “se tendría que poner delante de una víctima y decirle a la cara que las pulseras no han fallado”.
Su intervención fue contundente: “Hemos pasado de que todo es un bulo a que mienten la justicia, la policía y hasta las propias víctimas. Eso es lo más grave”.
Estas palabras reforzaron la idea de que Ana Redondo ha ignorado los testimonios de quienes realmente han sufrido las consecuencias de la violencia de género.
El resultado de esta discusión fue devastador para la imagen del Ministerio de Igualdad. La ministra fue acusada de mentir, de minimizar un problema serio y de esconderse de los testimonios incómodos.
“Hoy en televisión, una víctima ha dicho lo que muchas piensan: el ministerio no ha servido para nada y las pulseras han sido un fracaso”, concluyó Abad, subrayando la necesidad urgente de un cambio en la política de igualdad y protección a las mujeres.
Este episodio no solo ha puesto de relieve las deficiencias del sistema de protección a las víctimas de violencia de género, sino que también ha abierto un debate crucial sobre la efectividad del Ministerio de Igualdad en España.

La voz de las víctimas, que a menudo se silencia, ha resonado con fuerza, exigiendo respuestas y soluciones reales a un problema que sigue afectando a miles de mujeres en el país.
La indignación generada en el plató refleja un sentimiento generalizado en la sociedad. Las mujeres que han sido víctimas de violencia están cansadas de promesas vacías y de un sistema que no les brinda la protección que necesitan.
La intervención de esta mujer valiente ha sido un llamado a la acción, instando a todos, desde los políticos hasta la sociedad en general, a tomar en serio la lucha contra la violencia de género y a garantizar que las víctimas reciban el apoyo y la protección que merecen.
La situación es crítica, y es evidente que se necesita un cambio. La ministra de Igualdad debe enfrentar la realidad de las víctimas y trabajar para construir un sistema que realmente funcione, que escuche sus voces y que actúe en consecuencia.
La sociedad no puede permitir que el ministerio continúe siendo un organismo que, según las palabras de la víctima, “no sirve para nada”.