“¡No me voy a dejar humillar!”: Diego Chávarri estalla contra Katia Palma y lo que vino después fue caos puro en el set
Todo comenzó con una palabra.Una sola.Cargada de veneno.“Rata”.

Así fue como Katia Palma se refirió a Diego Chávarri durante una deliberación del jurado que, hasta ese momento, parecía ser una más de tantas.
Pero esa palabra, lanzada como si nada, hizo estallar algo dentro del competidor.
Su rostro cambió al instante.
Ya no era el mismo Diego que intenta mantener la compostura frente a las cámaras.
Era un hombre al borde del colapso, cargado de rencor acumulado.
“No soy ningún roedor, Katia.
Y tú lo sabes”, respondió él, sin filtro.

La tensión cortó el aire como una navaja.
El público quedó helado.
El resto del jurado evitó mirar a Katia.
Nadie se atrevió a intervenir.
Porque todos sabían que Diego estaba a punto de quebrarse, y lo que vendría no sería apto para corazones frágiles.
Pero esto no venía de un solo comentario.
Era el resultado de semanas de desgaste emocional.

Diego no solo se había sentido blanco constante de críticas de parte de Katia, sino que también arrastraba un conflicto encubierto con Onelia Molina.
Aunque ambos se han esforzado por mantener las formas frente a cámara, el roce es evidente.
Miradas esquivas, frases con doble filo, y una tensión que solo necesitaba una chispa para estallar.
Y estalló.Pero como si eso fuera poco, el destino —o el guión— decidió golpear más fuerte.
Durante una competencia clave, Rosángela Espinoza falló por milésimas de segundo.
La derrota no solo significó puntos perdidos: activó una “penitencia” que parecía sacada de una película de tortura disfrazada de entretenimiento.
Baldes de agua helada.Uno tras otro.Directo sobre Rosángela y Diego.Ella gritó.Él maldijo.

El ambiente pasó de competitivo a violento en segundos.
Diego, completamente empapado, miró hacia el equipo contrario.
Y entonces, sin previo aviso, comenzó a correr.
Persiguió a un combatiente —cuya identidad no ha sido revelada oficialmente— por todo el set.
Lo que se vio en pantalla fue digno de una escena de persecución urbana: gritos, cámaras tratando de seguirlos, asistentes bloqueando caminos, productores perdiendo el control.
“No me provoques más, que hoy sí no me contengo”, gritó Diego mientras cruzaba el área de utilería.
Nadie entendía si era una broma, parte del show… o una amenaza real.
La producción cortó la transmisión durante más de cinco minutos.
Cuando regresaron, Diego ya no estaba en escena.
Rosángela, visiblemente afectada, solo dijo: “A veces la presión saca lo peor de nosotros… y lo peor de otros también.
En medio del caos, surgió otro nombre: Emil.
El competidor fue suspendido recientemente del programa, en una decisión que aún no ha sido del todo explicada por los responsables del reality.
Pero el dato curioso es que esta suspensión coincidió con el regreso de Diego al programa.
Las redes estallaron con teorías.
¿Fue Emil desplazado a propósito? ¿Qué relación hay entre su salida y el protagonismo que ahora tiene Chávarri?
Y como si eso no bastara, una pregunta lanzada al aire terminó por encender aún más la polémica: ¿por qué Emil no se habla con Patricio Parodi? La frase no fue parte de un guion.
Fue un comentario suelto, emitido por un panelista del programa de análisis, que dejó a todos helados.
Nadie respondió.
Nadie lo negó.
Pero el silencio incómodo confirmó lo que muchos ya sospechaban: algo turbio se esconde detrás de cámaras.
Facundo y Kevin, por su parte, intentaron llevar el foco de vuelta al juego.
Protagonizaron una de las pruebas más intensas de la jornada, una carrera con fuerza y resistencia que terminó definiéndose por centímetros.
Pero la tensión entre ellos no fue solo deportiva.
Se notaba algo más: orgullo, rivalidad real, y una necesidad desesperada de destacarse en medio del caos mediático que había devorado a todo el set.
Cuando la jornada terminó, no hubo abrazos.
No hubo risas.
Solo miradas serias, discusiones internas y un aire pesado que ni los gritos del público pudieron disipar.
Lo que ocurrió ese día no fue una simple pelea televisada.
Fue una ruptura emocional.
Un antes y un después.
Diego Chávarri, esa figura tan amada como odiada, ha vuelto con fuerza.
Pero su regreso ha sido un terremoto que sigue provocando réplicas.
Katia Palma, lejos de retractarse, publicó en sus redes una frase enigmática: “A veces, la verdad duele más que un balde de agua”.
¿Una indirecta? ¿Un desafío?
Lo cierto es que el reality ya no será igual.
Y la pregunta que todos temen responder sigue flotando como una sombra sobre el set:
¿Quién será el próximo en explotar… y a qué precio?