“Casi Renuncio”: La Confesión de Gabriela Villanueva Tras Vencer como Michael Jackson
La noche en que levantó el trofeo, el público celebró al ritmo de Billie Jean, pero detrás del brillo, los aplausos y la ovación final, algo quedó atorado en la garganta de Gabriela Villanueva.
Durante días guardó silencio.

No entrevistas extensas.
No transmisiones en vivo.
No festejos ruidosos.
Hasta que finalmente habló.
Y cuando lo hizo, dejó claro que ganar Yo Soy imitando a Michael Jackson no fue solo una victoria artística: fue el final de una batalla personal que casi la deja fuera del escenario.
Gabriela Villanueva no llegó a la final como una favorita indiscutible.
Llegó cargando dudas, críticas y una presión silenciosa que pocos notaron.
Desde las primeras galas, su interpretación de Michael Jackson generó reacciones encontradas.
Algunos aplaudían su disciplina vocal y corporal.

Otros cuestionaban que una mujer asumiera uno de los íconos masculinos más complejos de la historia de la música.
Ella escuchó todo.Y calló.
Tras ganar, Gabriela decidió romper ese silencio.
Confesó que el camino fue mucho más duro de lo que se vio en televisión.
Hubo ensayos donde terminó llorando a solas, agotada física y emocionalmente.
“No era solo cantar o bailar”, explicó.
“Era demostrar todos los días que merecía estar ahí”.
Cada presentación era un examen.
Cada error, un juicio inmediato en redes sociales.
Y cada acierto, minimizado por quienes no aceptaban su propuesta artística.
La imitadora reveló que, en más de una ocasión, pensó en renunciar.
La presión por encarnar a Michael Jackson —un artista casi sagrado para millones— la llevó al límite.
Dormía poco, entrenaba horas extra y cargaba con el miedo constante de fallar en vivo.
“Sentía que no podía permitirme ni un segundo de debilidad”, admitió.
Ganar no era el objetivo inicial.
Sobrevivir emocionalmente, sí.
Cuando finalmente escuchó su nombre como ganadora, no pensó en el premio ni en la fama.
Pensó en todo lo que estuvo a punto de perder.
Su salud.
Su confianza.
Su amor por la música.

Por eso su primera reacción no fue gritar, sino quedarse inmóvil, como si necesitara confirmar que era real.
En su testimonio, Gabriela también habló del costo de exponerse.
Dijo que recibió comentarios hirientes, mensajes despectivos y comparaciones crueles.
No solo por su nivel artístico, sino por su identidad.
“Me juzgaron antes de escucharme”, afirmó.
Y aun así, decidió seguir.
No por orgullo, sino por convicción.
Romper el silencio también significó agradecer.
A su familia, que la sostuvo cuando dudó.
A los pocos que confiaron en ella desde el inicio.

Y al público que, con el tiempo, entendió que su homenaje a Michael Jackson no era una imitación vacía, sino un acto de respeto extremo.
“No quise copiarlo.
Quise honrarlo”, explicó.
Su victoria marcó un antes y un después en el programa.
No solo por la calidad de su interpretación, sino por el mensaje que dejó: el talento no tiene molde fijo.
Gabriela Villanueva no ganó por sorpresa.
Ganó por resistencia.
Hoy, tras romper el silencio, su nombre ya no se asocia solo a Michael Jackson.
Se asocia a alguien que se atrevió a incomodar, a cruzar límites y a mantenerse firme cuando el escenario se volvió hostil.
Ella misma lo resumió con una frase que resonó más que cualquier nota musical: “El premio no me dio la voz.
Me devolvió la que casi pierdo”.
Lo que viene ahora es incierto.
Nuevos proyectos, más exposición, más presión.
Pero esta vez, Gabriela no llega en silencio.
Llega con una historia contada, una verdad asumida y una victoria que pesa mucho más que un trofeo.
Porque ganar Yo Soy fue solo el final del show.
Lo verdaderamente difícil fue llegar hasta ahí… sin romperse.