Desde la Casa Blanca, el presidente estadounidense ha recordado que, en la última cumbre de la OTAN, “tuvimos un rezagado” que no accedió a aumentar el gasto en defensa al 5%, que “fue España”
La tensión entre España y Estados Unidos alcanzó un nuevo nivel esta semana, después de que el presidente Donald Trump lanzara una polémica declaración desde la Casa Blanca.
“Tal vez España debería ser expulsada de la OTAN”, aseguró Trump durante una rueda de prensa posterior a su encuentro con el presidente de Finlandia, Alexander Stubb.
La frase, contundente y provocadora, reavivó el debate sobre el compromiso español con la Alianza Atlántica y el polémico aumento del gasto en defensa que exige Washington.
Según el mandatario estadounidense, España se habría quedado rezagada respecto a otros miembros, ignorando el acuerdo alcanzado en la última cumbre de la OTAN en La Haya, donde se planteó incrementar el gasto del 2% al 5% del PIB.

Trump no escatimó críticas al describir a España como un país que “no tiene excusa” para no cumplir con los compromisos de defensa, y recordó que, gracias a la cooperación estadounidense, España ha obtenido beneficios que debería compensar con un gasto más elevado.
“Solicité que pagaran el 5%, no el 2%, y la mayoría pensó que no iba a suceder, y se aprobó prácticamente por unanimidad. Tuvimos un rezagado.
Fue España, España. Hay que llamarles y averiguar por qué se han quedado rezagados. Y a ellos también les va bien”, afirmó Trump ante la prensa internacional.
Sus declaraciones, aunque en tono crítico, generaron un revuelo inmediato en Madrid y provocaron reacciones encontradas dentro del arco político español.

El Gobierno de España se apresuró a mostrar “máxima tranquilidad” ante las palabras del presidente estadounidense.
Fuentes oficiales destacaron que España es un miembro de pleno derecho de la OTAN y que cumple con los objetivos de capacidad al igual que otros aliados, incluidos Estados Unidos.
La Moncloa subrayó que el compromiso español con la seguridad y la defensa es firme, y que el incremento del gasto debe ser sostenible y compatible con el Estado del bienestar.
“España está firmemente comprometida con los objetivos de capacidad y los cumplirá en tiempo y forma”, señaló Pedro Sánchez, destacando además el Plan Industrial y Tecnológico para la Seguridad y la Defensa, que contempla una inversión sostenida cercana al 2% del PIB.
En el ámbito político, la oposición no tardó en aprovechar la polémica para cuestionar la gestión del presidente del Gobierno.
Alberto Núñez Feijóo, líder del Partido Popular, acusó a Sánchez de falta de fiabilidad y de poner en riesgo la credibilidad internacional de España. “El problema no es España, es Sánchez, porque no es de fiar.
España es un socio comprometido y orgulloso, y no tiene que pagar por la frivolidad de su jefe de Gobierno”, aseguró Feijóo en su perfil de X.
Por su parte, Santiago Abascal, líder de Vox, cargó duramente contra Sánchez por lo que considera un debilitamiento de la seguridad nacional:
“Cada día de Sánchez en el poder destruye aún más los intereses nacionales y perjudica gravísimamente nuestra seguridad. Es la mayor calamidad que ha tenido España en mucho tiempo”.

La polémica no es nueva. Ya en la cumbre de la OTAN celebrada en La Haya en junio, Trump había señalado públicamente que España no estaba cumpliendo con las exigencias de gasto,
asegurando que “es injusto para los demás socios” y criticando que el país siempre ha contribuido con menos recursos de los acordados.
En esa ocasión, también recurrió a redes sociales para advertir que España podría descarrilar los objetivos de la Alianza, acompañando sus comentarios con gráficos que situaban al país al fondo de la lista de aportaciones de defensa.
Desde la Moncloa se defendió la posición española con argumentos claros: incrementar el gasto hasta el 5% del PIB sería inviable y contraproducente,
y el margen de flexibilidad acordado con la OTAN permite a España mantener un nivel adecuado de inversión para cumplir con sus compromisos de defensa, estimado actualmente en un 2,1% del PIB, con revisiones previstas para 2029.
Según el Gobierno, este enfoque asegura la modernización del Ejército y de la industria de defensa sin comprometer los servicios públicos y el bienestar social.
Pedro Sánchez también enfatizó que España no seguirá un “seguidismo ciego” de las demandas externas, haciendo referencia a las críticas de Trump y a las comparaciones con otros aliados.
“España puede y debe determinar sus prioridades de defensa de forma autónoma, siempre cumpliendo con los compromisos internacionales”, recalcó el presidente.
A través de esta estrategia, la Moncloa busca equilibrar la presión de Estados Unidos con la necesidad de garantizar la sostenibilidad económica y social del país.

La situación ha puesto a prueba tanto la diplomacia española como la capacidad de mantener un discurso firme frente a presiones externas.
Aunque Trump ha sido explícito y repetitivo en sus críticas, desde el Gobierno se insiste en que España cumple con la OTAN y que la cooperación sigue siendo estrecha y efectiva.
Este escenario refleja la tensión entre los objetivos estratégicos planteados por Estados Unidos y la necesidad de España de adaptar sus inversiones a su contexto económico y social.
En este contexto, el debate sobre el gasto en defensa se convierte en un elemento clave de la agenda política y mediática española.
La confrontación pública entre Pedro Sánchez y Donald Trump añade un componente de presión internacional que obliga a los partidos políticos españoles a posicionarse y a generar confianza sobre la capacidad del país para cumplir con sus compromisos.
Al mismo tiempo, aumenta la atención sobre la credibilidad del Gobierno y su capacidad de gestionar relaciones internacionales complejas sin comprometer los intereses nacionales.
La polémica también ha puesto en evidencia la división interna sobre la estrategia española en la OTAN.
Mientras el Gobierno aboga por un enfoque gradual y sostenible, la oposición exige un alineamiento más agresivo con las demandas estadounidenses,
defendiendo que esto reforzaría la posición de España dentro de la Alianza y su influencia en decisiones estratégicas globales.

Esta divergencia de criterios alimenta un debate político intenso que promete mantenerse en los próximos meses, sobre todo ante la cercanía de futuras cumbres internacionales.
En definitiva, las declaraciones de Donald Trump no solo han generado un intenso debate sobre el gasto en defensa y la pertenencia de España a la OTAN,
sino que también han puesto de relieve las tensiones entre la autonomía de decisión del país y las presiones de sus aliados.
Mientras la Moncloa mantiene una postura firme y diplomática, la oposición continúa señalando la necesidad de mayor compromiso y transparencia,
evidenciando que la cuestión del gasto en defensa seguirá siendo un tema candente en la política española y en su relación con Estados Unidos en los próximos años.
El enfrentamiento verbal entre Trump y Sánchez ha encendido la opinión pública y los medios, y las próximas revisiones sobre el gasto en defensa serán cruciales para determinar el equilibrio entre seguridad, sostenibilidad y política internacional.
España se encuentra en el epicentro de un debate que no solo cuestiona cifras y compromisos, sino también la capacidad del Gobierno para gestionar la presión externa sin poner en riesgo los intereses del país y la confianza de sus ciudadanos.