Frente a las cámaras y sin mostrar un ápice de incomodidad, el exchico reality respondió con frialdad quirúrgica a las declaraciones recientes de Onelia Molina, quien había dicho —con seguridad— que no veía a Diego desde hace ocho meses.

Él, sin dudar un segundo, corrigió esa versión: “Eso no es cierto.

Nos vimos hace apenas un par de meses.

Y tengo muy claro dónde y cómo fue”.

Con esa frase, el ambiente en el set se congeló.

Los presentadores, que inicialmente tomaban el segmento como una simple dinámica de entretenimiento, se vieron obligados a entrar en modo alerta máxima.

¿Por qué Onelia mintió? ¿Qué intentaba ocultar? Y sobre todo, ¿qué tan reciente y comprometedora fue esa reunión que Diego no dudó en exponer?

Diego no se quedó ahí.

Con una mezcla de ironía y desdén, relató que el encuentro fue “breve pero intenso” y que sirvió para aclarar ciertos temas pendientes entre ambos.

Aunque no dio nombres ni ubicaciones específicas, dejó claro que ese momento no fue tan inocente como algunos quisieran creer.

“Las cosas no terminaron bien, pero eso no significa que no haya habido contacto.

No me gusta que se digan cosas que no son”, sentenció.

Este comentario fue percibido por muchos como una acusación directa de manipulación mediática por parte de Onelia.

Y el público no tardó en reaccionar.

En redes sociales, los hashtags #TeamDiego y #OneliaMiente comenzaron a viralizarse mientras los internautas analizaban cada gesto, cada frase y cada pausa en el testimonio del exfutbolista.

La tensión subió otro nivel cuando, dentro del mismo segmento, Diego se enfrentó a la famosa dinámica “¿A quién besarías, con quién te casarías y a quién bloquearías?”, teniendo que elegir entre tres de sus exparejas más mediáticas: Melissa Klug, Andrea San Martín y Onelia Molina.

Su respuesta, lejos de ser diplomática, fue provocadora: “Besaría a Melissa, me casaría con Andrea… y bloquearía a Onelia”.

Una risa incómoda llenó el estudio, pero el mensaje era claro: la herida con Onelia aún está abierta… y sangrando.

Onelia, al ser consultada tras la emisión del programa, se mostró visiblemente molesta.

Aunque se negó a dar entrevistas extensas, lanzó una frase que ha dejado al público dividido: “No voy a hablar más del tema.

Que cada quien diga lo que quiera, pero yo sé muy bien lo que viví.

Y lo que hubo fue traición”.

La palabra “traición” resonó como un eco en el mundo de la farándula, reavivando teorías de infidelidades, triángulos amorosos y relaciones solapadas.

Algunos panelistas de espectáculos interpretaron sus palabras como una confirmación de que Diego habría tenido algún tipo de acercamiento con otra persona mientras aún estaba con ella.

Otros creen que la traición va más allá, y que se trata de una manipulación emocional, promesas rotas o incluso exposición mediática sin su consentimiento.

Lo que sí es claro es que Onelia no esperaba que Diego hablara.

Ella apostaba por el silencio, por el olvido o por una narrativa más controlada.

Pero Diego, al estilo de los que ya no temen a la polémica, decidió disparar sin filtros.

Y lo hizo sabiendo que eso tendría consecuencias.

Ahora, la pregunta que todos se hacen es: ¿por qué Diego rompió el pacto implícito de no exponer lo privado? ¿Lo hizo por venganza, por despecho, o simplemente porque ya está cansado de cargar con culpas que —según él— no le pertenecen?

Las redes siguen encendidas, los programas de espectáculos lo repiten en bucle, y los seguidores de ambos se enfrentan en una batalla de versiones donde la verdad, probablemente, se encuentra en un punto intermedio que nadie está dispuesto a admitir.

Mientras tanto, lo único cierto es que esta historia está lejos de terminar.

La traición aún no ha sido explicada del todo.

Y lo que se dijo —y lo que se calló— tiene más peso que nunca.

En un mundo donde los secretos duran menos que una historia de Instagram, el silencio de Onelia ahora habla más fuerte que cualquier declaración.