“Del veto a la Teletón: el duelo invisible entre Gisela y el hombre que la acorraló”
El regreso de Gisela Valcárcel a América TV fue todo menos discreto.

Tras semanas de denunciar públicamente que el canal, bajo el mando de Fernando Muñiz, la había bloqueado y reducido al silencio, apareció radiante durante la Teletón 2025.
Pero lo que dejó sin palabras a la audiencia no fue su regreso triunfal, sino la escena que se robó la noche: un abrazo directo y prolongado con el propio Muñiz, el hombre a quien acusó de cerrarle las puertas.
El instante quedó congelado en miles de pantallas, provocando un tsunami de reacciones inmediatas.
Ese abrazo fue interpretado por algunos como un signo de paz, pero para otros se sintió como un pacto incómodo, una coreografía diseñada para lavar heridas frente a los reflectores.
La contradicción fue tan brutal que los primeros comentarios no se hicieron esperar.

En las redes sociales, los seguidores de Gisela la defendieron como una mujer capaz de superar rencores por una causa mayor, pero al mismo tiempo, las críticas la tildaron de incoherente, acusándola de usar el drama mediático para ganar protagonismo en el evento.
La reacción más incendiaria, sin embargo, vino de la boca de su eterna rival: Magaly Medina.
En su programa, la periodista arremetió sin piedad, calificando a Gisela como “la persona más hipócrita de la televisión”.
Lo dijo con el veneno habitual, remarcando que el gesto de abrazo no era más que una actuación fríamente calculada, un movimiento estratégico para quedar bien frente a cámaras.
Sus palabras resonaron con fuerza, alimentando el fuego de un debate que parece no tener final.
La escena del abrazo fue analizada como si se tratara de una película.

La tensión en el ambiente era evidente: Muñiz, con una sonrisa contenida, y Gisela, con un rostro iluminado por una mezcla de emoción y teatralidad, dieron vida a uno de esos momentos que dividen a la audiencia entre los que creen en la reconciliación y los que ven una farsa sin remedio.
Fue un choque de realidades que expuso la fragilidad de las relaciones de poder en la televisión peruana.
Gisela, lejos de esquivar la controversia, lanzó después un mensaje que dejó a todos descolocados.
Con voz firme, aseguró que “el perdón siempre será más fuerte que el rencor” y que “la televisión necesita unión y no guerra”.
Sin embargo, sus palabras no lograron apagar el incendio, sino todo lo contrario: fueron interpretadas como un intento desesperado de limpiar la contradicción evidente entre sus acusaciones previas y el gesto público de reconciliación.

El público, atrapado entre la indignación y la curiosidad, sigue preguntándose qué hay detrás de esta repentina cordialidad.
¿Un acuerdo secreto? ¿Una presión del canal para salvar su imagen? ¿O simplemente un acto calculado para volver al centro de la escena? Lo cierto es que la narrativa que Gisela construyó durante semanas, la de víctima de un veto cruel, se tambaleó en cuestión de segundos al entrelazar sus brazos con los de quien había sido presentado como villano de la historia.
Lo que ocurrió en la Teletón 2025 será recordado no solo por la causa solidaria, sino por ese abrazo que desató más preguntas que respuestas.
Porque en televisión, cada gesto es un mensaje, y lo que parecía un símbolo de unidad se transformó en una bomba mediática que todavía está explotando.
Y mientras Magaly continúa alimentando el fuego, Gisela parece dispuesta a sostener el guion de la reconciliación, aunque a su alrededor el público ya sospeche que detrás de ese silencio compartido se oculta una guerra que apenas empieza.